Con un lleno total de cartageneros y turistas de diferentes destinos, que fueron llegando poco a poco hasta llenar la Plaza de la Proclamación, atraídos por las notas de esa música que Cali lleva en su alma, el ensayo general fue el preámbulo y el anuncio de lo que sucedería 24 horas después, durante la gala de Delirio preparada en honor a los 33 cancilleres asistentes a la VI Cumbre de las Américas.
En ese escenario histórico donde se respira un aire de independencia, flanqueado por la Catedral y la Gobernación de Bolívar, que tiene a un costado la Casa de la Inquisición, se presentó Delirio, el espectáculo caleño que con su ecuación de salsa, circo y orquesta, ha conquistado públicos tan lejanos como el chino o tan refinados como el parisino.
Esta función representaba uno de los mayores desafíos en los seis años de su existencia, los artistas debían seducir con su arte y alejar de la discusión de los temas de la política y la economía continental, a los ministros de Relaciones Exteriores de toda la América, durante contados 60 minutos, mientras degustaban su cena, que empezó con un carpaccio de pulpo.
Sonó la primera descarga de la Banda Sonora hacia las 11:00 p.m., apareció en escena una mulata sensual con el sabor de las caleñas, envuelta en la bandera de Colombia, murmullos de admiración entre ese público diplomático, integrado por unas 150 personas.
Retumbó una voz fuerte y potente, la del bonaverense Alex Torres, el director de la Banda Sonora, y el eco se escuchó por entre los 34 arcos de la edificación de la Gobernación de Bolívar, adornados con igual número de banderas de cada uno de los países de este continente.
La primera estrofa “Un canto de amistad, de buena vecindad, unidos nos tendrá eternamente, por nuestra libertad, por nuestra lealtad, tenemos vivir gloriosamente…”, emocionó a los invitados, quien apartaron su atención de ese sorbete delicado de albahaca con vodka, pare dejarse atrapar por la canción ‘Toda América’, orquestada por la Banda Sonora.
La noche se calentó a pesar de la brisa marina, salieron literalmente a comerse el escenario, cinco bailarinas, en un tributo a la bailarina caleña de salsa más famosa de todos los tiempos, Amparo ‘Arrebato’.
La cena seguía entre raviolis de cangrejo al limón y alcachofa, y los ojos se abrían ante cada una de las coreografías . Sonó Vitamina, salieron los mejores solistas hombres con fuego en sus pies y con el comandante a la cabeza, Carlos Paz, quienes demostraron de donde procede la fama del bailarín caleño. Luego entró el cuadro ‘la llave de mi corazón’, pasaban los minutos, el show estaba ya en la mitad y los invitados habían roto el protocolo con el postre de salami de chocolate y por supuesto un delicioso café de Colombia.
Se reían y comentaban entre sí y se dejaban llevar por el ritmo; Santiago Ayala, con la tradición salsera de una ciudad en sus pequeños pies de niño de 11 años, hipnotizó, arrancó aplausos y muchos flashes se dispararon.
Se acercaba la media noche y ellos paladeaban la última copa de tinto chianti Leonardo 2009, cuando los artistas asestaron un golpe de estado magistral para ya cerrar su show, se dejaron venir en una descarga con los himnos de su tierra, con ‘Cali Pachanguero’, ‘Oiga, mire, vea’, ‘Cali Ají’ y ‘Las caleñas’.
Lo mejor de la noche, la sorpresa de todos cuando esos bailarines en dos segundos bajaron del escenario, se fundieron con los comensales y extendieron la mano buscando pareja.
La primera que salió a esa pista improvisada, fue la canciller Holguín, la anfitriona de la noche se defendió bastante bien; las señoras cancilleres rápidamente se unieron a la fiesta y echaron paso.
Pero el que definitivamente se robó el show, por su ritmo tropical, fue el vecino venezolano, el famoso señor Nicolás Maduro, que demostró que además de armar polémica con sus declaraciones, sabe llevar el son.
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