Herodes era un hombre tal como lo describe la Biblia y la historia, cruel, aunque nacido en la nobleza y criado bajo el Judaísmo, su persona reflejaba demasiados antivalores frente a una religión tan estricta como lo era la judía de ese entonces. Por orden del senado romano fue gobernante de una gran parte de la región de la palestina, llamado "Tetrarca" por tener dominio sobre cuatro de los territorios del Imperio Romano: Judea, Samaria, Galilea e Idumea, siendo esta última su tierra natal.
Aunque su carácter era tiránico ya que suprimía la oposición a través de la ejecución de los líderes que estaban en su contra, monitoreaba a la comunidad a través de una policía secreta que le informaba sobre los sentimientos del pueblo hacia él e intentó prohibir la protesta; y por los conflictos creados con el pueblo tenía una guardia personal de soldados Tracios, Galos y Germanos que lo custodiaron hasta el día de su funeral.
Frente a esto tuvo que idear una estrategia para ganar el favor del pueblo, y lo logró en buena parte por haber reconstruido la insignia de su Fe y su libertad: El Templo de Jerusalén.
Herodes era un constructor empedernido, sometió a los territorios que gobernaba hasta empobrecerlos con tal de realizar sus obras civiles, reconstruyó y amplió el Templo de Jerusalén, construido en la época del retorno del exilio de Babilonia y en el cual Jesús estuvo y cuenta la Biblia las múltiples ocasiones en las cuales interactuó con la gente en el Templo de Jerusalén. Los judíos, estrictos en su religión, y pese a cuestionar la devoción de Herodes ya que su comportamiento contrastaba con la Ley Mosaica, lo aceptó como gobernante por hacer la apertura del motivo de mayor orgullo del pueblo.
Este hombre asesino de su propia familia y tirano sobre su pueblo fue aceptado por sacar de una forma oportunista (lo mismo hizo fuera de judea con otras creencias y religiones para lograr el mismo propósito) una única bandera que lo conectaba con el pueblo, pese a que el resto de su vida negaba la realidad de una devoción y fe judía. Más tarde sus instintos afloraron cuando tres sabios de una tierra lejana le dijeron que había nacido un nuevo Rey de los Judíos y mató al sentirse burlado por ellos a todos los niños menores de 2 años de la región de Judea con tal de mantener su poder y su dominio. Al final la reconstrucción y ampliación un templo no vale la pena si lo miramos desde el punto de vista de perder toda una generación de niños.
«En Ramá se oye una voz, profunda angustia y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos, se niega a que la consuelen, porque sus hijos se han ido». Jeremías 31:15 (NTV)
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Hoy en día nuestra suerte como cristianos no es diferente. Gente sin Dios en sus vidas y con ánimo oportunista se pone la camiseta y erige los estandartes más representativos de la fe para ganar adeptos con el único objetivo de alcanzar el poder en diferentes esferas del gobierno apoyados por esa fuerza electora que constituimos los cristianos y que ha demostrado ser capaz incluso de poner un presidente.
Personas que no tienen "hoja de vida" sino "prontuario criminal" ha reclamado para sí mismos la lucha por ciertos valores de la fe cristiana olvidándose de todo lo que implica ser un seguidor de Jesús, parcializando y sectarizando las enseñanzas de Cristo, creyéndose autoridad para hablar de moral y ética desde el punto de vista Bíblico, dejándonos mal delante de la sociedad que nos ve como enemigos de ellos y no como mensajeros de salvación.
Muchos de los representantes oficiales de las iglesias cristianas les han apoyado y motivan a otros a que los apoyen también; vendiéndose tal vez por favores posteriores o incluso pagando deudas políticas del pasado. Otros les apoyan en ignorancia y por pura falta de discernimiento o información Bíblica e histórica suficiente para tomar una desición que esté de acuerdo con su fe y tratando de identificarse ciegamente bajo esos estandartes que supuestamente nos diferencian del resto de la sociedad.
Es hora de volver dos pasos atrás y reflexionar, preguntarse si al apoyar a alguno de estos estamos condenando a una generación completa, no sea que por preservar unos estandartes que aunque son importantes para nosotros a la final no nos definen, y tengamos que llorar amargamente a nuestros hijos y no queramos ser consolados.
Dios les bendiga.